“TOC TOC”: Teatro obsesivamente cómico, con gran respaldo del público en su estreno

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La obra teatral “TOC TOC”, del dramaturgo francés Laurent Baffie, se presentó el pasado fin de semana en la Sala Ravelo del Teatro Nacional, recibiendo el respaldo de una gran cantidad de público que cubrió toda la platea. La obra producida por Gianni Paulino y Atrévete, S.R.L., estará en cartel todo el mes de julio.

El autor muestra gran imaginación e ingenio, al inspirarse en el llamado “Trastorno Obsesivo Compulsivo”, de cuyas iniciales toma el nombre su comedia. Consciente de que solo los cuerdos acuden a un psiquiatra, basa su argumento en el encuentro de seis pacientes que esperan en el consultorio de un reconocido especialista -que nunca llega, o sí?- porque asumen que padecen estos síntomas, diferentes en cada uno.

Baffie al construir su comedia coral, permite a sus seis protagonistas la exposición de sus manías y ansiedades, y su obsesión por librarse de ellas; así de la confrontación de unos y otros, se genera la trama teniendo el humor como terapia efectiva, tanto para los pacientes como para el público.

La versión al español de Julián Quintanilla, va tomando matices localistas en cada país, así los protagonistas se convierten en seis dominicanos que emplean todas las variables de nuestro léxico, haciendo énfasis en palabras obscenas, que su sola mención provoca una y otra vez, sin ton ni son, la risa contagiosa, y esto se convierte en un TOC masivo.

Los intérpretes, protagonistas todos, asumen las diferentes manías, y cada uno logra una imagen efectista del personaje. Exmin Carvajal –Fred- padece de “Tourette”, -movimientos involuntarios con señas y palabras vulgares. Orestes Amador –Camilo- es un taxista con aritmomanía- impulso de realizar cálculos aritméticos. Gianni Paulino –Blanca- tiene “Nosofobia”, pánico a contraer enfermedades, lo que la lleva a una exagerada higiene. Francis Cruz –Pep- tiene una obsesión por el orden “simetría” no puede caminar por encima de las líneas. Patricia Muñoz –María- es una beata con la manía de “Verificación” comprobar una y otra vez, algo que supone hizo, cerrar puertas, buscar llaves, etc. Lorena Oliva –Lily- padece de “Ecolalia” hecho de repetir maquinalmente las palabras, dichas u oídas. Un séptimo personaje es la Asistente, que de manera intermitente, comunica a los pacientes, el retraso del psiquiatra. Entre Exmín Carvajal y Orestes Amador se produce una buena empatía, Amador se convierte en especie de hilo conductor.

La dramaturgia sencilla, carente de un argumento o conflicto propiamente dicho, fluye, con momentos de hilaridad verdaderamente ingeniosos, que el público disfruta plenamente. Germana Quintana consigue potencializar el histrionismo de cada actor y logra mantener la obra a un ritmo apropiado, pero se atasca cuando los pacientes deciden jugar al Monopolio, la escena se alarga, se torna repetitiva, podría decirse que contrae el trastorno de “Ecolalia”.

En un espacio escenográfico adecuado, –la sala de espera- creado por Eladio Laurencio, las luces cenitales apropiadas, diseñadas por Lillyanna Díaz, y la movilidad escénica creativa, transcurren más de dos horas, sin duda le sobran treinta minutos.

El final de la obra se torna interesante, la idea de realizar una terapia de grupo, absurda en ausencia del psiquiatra, es a la vez ingeniosa; cada paciente tratará de contener su manía, sin lograrlo, y seguirá encerrado en su propio mundo; pero sin embargo, hay en este final algo trascendente, que va más allá del simple juego, de la búsqueda de la risa fácil e irreflexiva, y es el valor que otorga a la tolerancia, a la solidaridad, al apoyo mutuo que surge entre unos y otros, aquí radica la gran impronta de la obra.